
La disminución del deseo sexual, conocida como pérdida de la libido, es un problema común.
La afección es multifactorial y no siempre significa algo grave; puede estar relacionada con cuestiones como el estrés profesional o personal, así como con fases específicas de la vida, como el embarazo, el parto o la lactancia.
Sin embargo, cuando se produce una pérdida inesperada y persistente de la libido, conviene investigar los motivos que pueden estar detrás de ella.
El primer paso es diferenciar qué es realmente la pérdida de la libido, la falta se confunde con el rendimiento sexual o la satisfacción, pero se trata exclusivamente de la ausencia de deseo sexual.
Los criterios diagnósticos describen que el síntoma debe persistir durante al menos seis meses para ser considerado clínicamente relevante.
Sin embargo, en la práctica clínica la evaluación puede ser menos rigurosa y es importante considerar la situación individual de cada paciente.
Existen factores que pueden estar detrás de los cambios en el deseo sexual
1. Cambios en la rutina y fases de la vida
Una reducción de la libido puede ocurrir por razones simples que todos experimentamos en algún momento, como estrés, cansancio, cambios de rutina y períodos en los que otras actividades ocupan el tiempo que normalmente se dedicaría a la actividad sexual, como, por ejemplo, cuidar a los hijos.
Esto no significa necesariamente un trastorno. También es común que con el tiempo en las relaciones monógamas haya una reducción del deseo espontáneo (independientemente del contacto sexual), aunque el deseo responsivo (excitación que surge con los estímulos) sigue presente.
2. Trastornos psiquiátricos
Los trastornos psiquiátricos como la depresión y la ansiedad pueden afectar significativamente el deseo sexual.
Los pacientes con depresión pueden experimentar una disminución del deseo debido a desequilibrios químicos en el cerebro, incluidos cambios en las hormonas serotonina y dopamina, relacionadas con el estado de ánimo y los sentimientos de recompensa y placer.
En estos casos, tratar la afección puede mejorar el deseo y, en consecuencia, la función sexual.
Por otro lado, algunas clases de medicamentos utilizados para tratar la depresión y la ansiedad tienen el efecto secundario de reducir la libido.
3. Cambios hormonales
Si el paciente no presenta trastornos psiquiátricos ni cambios de rutina que justifiquen la disminución de la libido, el siguiente paso es investigar los cambios hormonales.
Los estrógenos en las mujeres y la testosterona en los hombres son los principales reguladores de la libido y de la actividad sexual.
El estrógeno está asociado con la salud de los tejidos genitales, la lubricación vaginal y el bienestar emocional.
La testosterona está relacionada con la producción de espermatozoides, la salud de los tejidos genitales y el deseo sexual. Afecta la disposición mental, aumentando el interés y la motivación por el sexo.
El diagnóstico en estos casos puede resultar complicado.En los hombres, por ejemplo, no sólo se evalúa si el nivel de testosterona es bajo, sino que también se examina la historia clínica para comprobar si otras condiciones subyacentes pueden estar detrás del cambio hormonal.
Los médicos también señalan como posibles causas condiciones como el embarazo, el posparto, la lactancia y la obesidad, así como otras que también modifican los niveles hormonales.
4. Comorbilidades
Otro factor muy común citado por los médicos es la presencia de comorbilidades que, directa o indirectamente, afectan la libido. Algunos ejemplos son:
- Las enfermedades neurológicas como la esclerosis múltiple o la enfermedad de Parkinson.
- La diabetes
- Los problemas cardíacos
No existe una solución única ni mágica para la disminución de la libido.
Cada caso es único y el tratamiento depende de un enfoque personalizado, considerando las causas subyacentes y las necesidades individuales del paciente.
Un consejo habitual que dan los expertos es, en el caso de las parejas, hablar con la pareja independientemente de la causa de la reducción de la libido.
Es fundamental mantener un diálogo abierto y sincero sobre este tema, a pesar de ser un asunto que puede causar malestar. Hablar de la disminución de la libido ayuda a evitar malentendidos y permite a ambos entender la situación y buscar soluciones juntos.